Mariano Ferreyra, un militante de 23 años del Partido Obrero, murió tras ser baleado por una patota de la Unión Ferroviaria cuando, junto a trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca y organizaciones de izquierda que reclamaban por la reincorporación de cien despedidos intentaron cortar las vías del tren. Por este mismo conflicto ya había habido un episodio de violencia sindical el mes pasado, cuando el mismo grupo de ferroviarios y movimientos sociales fueron corridos de la estación Constitución por esta patota, que les impidió realizar un acto.
Además de la muerte de Mariano Ferreyra hubo tres heridos.
Elsa Rodríguez, de 60 años, recibió una balazo en la cabeza y está en coma, tras ser operada en el Hospital Argerich. Según el último parte médico, permanece conectada a un respirador artificial en estado “grave” y con “pronóstico reservado”. Los otros dos heridos, Nelson Aguirre, con cuatro tiros en las piernas, y Ariel Pintos están fuera de peligro.
El enfrentamiento
“El martes, Mariano había estado recorriendo las vías para sumar más gente a la protesta (de ayer). El fue uno de los que pintó la bandera de ‘trabajadores tercerizados en lucha’”, contó Darío Roseto, estudiante y compañero del chico asesinado. El conflicto gremial venía de julio pasado, en reclamo de la reincorporación de 117 trabajadores tercerizados que habían sido despedidos del Ferrocarril Roca. La empresa está gestionada por la Ugofe (Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria), integrada por el Estado y empresas concesionarias (como Ferrovías, TBA y el grupo Roggio). Con una serie de medidas de fuerza, los tercerizados habían conseguido la reincorporación de doce despedidos. Una de las protestas consistió en el corte de las vías en la estación Avellaneda, el 21 de julio pasado, cuando mantuvieron el bloqueo durante once horas. La Unión Ferroviaria, enfrentada con las agrupaciones de izquierda, comenzó una campaña de volantes y pasacalles con la leyenda “los trabajadores ferroviarios no cortamos las vías”. Los pegaron en el interior de los trenes y en las inmediaciones de la estación Avellaneda, donde ayer comenzó el enfrentamiento.
“Nos reunimos en el local del PO de Avellaneda a las 10.30”, recordó otro de los testigos, José Tejeda, delegado del Sindicato de la Industria de la Construcción y Afines. Los tercerizados habían coordinado la movida, además de con el PO, con Convergencia de Izquierda, el Movimiento Teresa Rodríguez y Quebracho. Del local marcharon a la estación Avellaneda, con la idea de cortar las vías, pero se encontraron con un operativo policial y vieron que cerca de las vías ya estaba el grupo de la Unión Ferroviaria. Comenzaron a caminar, entonces, hacia la estación Hipólito Yrigoyen, para el lado de Constitución. “Pasando el puente Bosch (que cruza el Riachuelo y une a Avellaneda con Barracas) los de la Unión Ferroviaria nos empezaron a tirar piedras desde arriba, la policía también nos tiró balas de goma”, contó Tejeda, y luego hizo un cordón entre los dos grupos que puso transitoriamente freno al enfrentamiento. Al ver que no podrían cortar las vías, los tercerizados se retiraron a dos cuadras de la estación Yrigoyen y allí armaron una asamblea para discutir qué hacer. Un cordón policial separaba a los dos grupos, pero en algún momento ese cordón se abrió. Los que hacían la asamblea vieron que los de la Unión Ferroviaria se acercaban corriendo.
“Les dijimos a las mujeres que corrieran y armamos un cordón nosotros”, agregó Diego Cardías, uno de los tercerizados despedidos. Los dos grupos se enfrentaron a los golpes en la calle. “Fue un enfrentamiento con piedras y palos, porque nosotros nos defendimos, les pegamos, pero con piedras y con palos, nosotros no teníamos armas de fuego”, señaló Tejeda. La pelea duró más de 10 minutos. Algunos testigos hablaron incluso de veinte, aunque nadie tenía una noción exacta de su duración. “Ellos tuvieron que retroceder, empezaron a volver hacia atrás, y entonces, mientras se estaban yendo, vi cómo uno sacaba un arma y empezaba a tirar”, señaló Roseto. El testigo vio a un solo tirador, con un arma de puño. Otros vieron a dos hombres armados, y otros a tres. Lisandro Martínez, responsable del PO Zona Sur, vio a dos tiradores, “uno con una escopeta recortada”. José Tejeda vio a “tres hombres armados, con armas de mano”.
Tejeda tenía al lado a Mariano Ferreyra. Cuando lo vio caer –contó– creyó que había tenido un ataque de epilepsia, porque no le vio la herida de bala en el tórax. En la confusión de la pelea, aunque oyó los disparos, no pensó que les estaban tirando al cuerpo. “Los tomé como disparos al aire.” Pero al tratar de auxiliarlo notó que el chico “temblaba y se había orinado” y se dio cuenta de que estaba grave. Lo subieron vivo a la ambulancia que lo llevaría al hospital Argerich.
Los consultados dijeron que les dispararon desde una distancia de cincuenta metros, aproximadamente. También aseguraron que los agresores, al retirarse, pasaron al lado de tres patrulleros sin que los detuvieran. Por eso ayer denunciaron que hubo una zona liberada (porque la patota pudo llegar hasta ellos, lo que indicaría que el cordón policial fue levantado) y reclamaron que se investigara además por qué la Federal no detuvo a nadie.
Lo que dijo Pedraza
El titular de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, reconoció que fueron integrantes de su gremio los que se enfrentaron con los tercerizados y la militancia de izquierda. Admitió también que lo hicieron para impedir que cortaran las vías, pero defendió lo hecho con un argumento de antología: “Los trabajadores defendieron sus fuentes de trabajo” (ver página 6). Por supuesto, negó que los autores de los disparos pertenecieran a su sindicato.
Desde el gobierno nacional, que salió a repudiar el asesinato y la violencia sindical, hubo una promesa de esclarecer quiénes fueron “los autores materiales e intelectuales del hecho”. Aunque la actuación de la Policía Federal –específicamente, que no haya intervenido para impedir la violencia, ni haya detenido a los agresores– generó más de una duda entre los funcionarios, no hubo declaraciones que hicieran público el malestar con el rol de la policía.
Hoy habrá una marcha a la Plaza de Mayo convocada por la izquierda y un paro nacional, que coincidieron en llamar los dos sectores internos de la CTA.
Morir por participar de una manifestación sindical, y en el marco de una pelea entre gremios, era algo inimaginable, un hecho no pensado como posible, más bien cosa de otra época. Sin embargo, en los últimos años una serie de episodios de creciente violencia sindical se han venido sucediendo: las patotas de la Unión Tranviarios Automotor contra la organización de los trabajadores del subte, los grupos de la Uocra contra los desocupados que armaron cooperativas de la construcción, las amenazas de la UTA para impedir que los choferes alineados con la CTA realizaran una protesta en la terminal de Retiro fueron algunos de ellos. En muchos de estos casos se había denunciado la ostentación de armas.
El compromiso de Nestor Kirchner y la detención de los autores materiales
Seis días antes de morir, Néstor Kirchner participó personalmente del operativo en que se involucró el Gobierno para aportar a la Justicia el testigo reservado cuya declaración llevó a las detenciones de gremialistas y barrabravas por el asesinato del militante del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra.
El ex presidente, después de recibir el dato de un intendente del conurbano, puso en marcha un operativo político-judicial para llevar a los tribunales al testigo que estuvo el día del crimen en el bando de la Unión Ferroviaria (UF). Kirchner ordenó darle máxima protección, a tal punto que llegó a declarar ante la fiscal Cristina Caamaño acompañado por el ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, según consta en la causa.
La declaración del testigo permitió identificar y detener a Cristian Favale, acusado de disparar contra Ferreyra, aunque los tiradores son, por lo menos, dos. Ahora, las pruebas en la causa, a las que se incorporó otro testigo de identidad reservada, suman elementos que permitirían avanzar sobre altos dirigentes de la Unión Ferroviaria, el gremio que lidera José Pedraza.
Al día siguiente del crimen ocurrido en Barracas, un militante justicialista llamó por teléfono, asustado y temiendo por su vida, al intendente del conurbano al que considera su jefe político. Le dijo que sabía el nombre del asesino de Ferreyra, pero que tenía miedo de que lo mataran. Le confió que había sido reclutado por el delegado de Unión Ferroviaria (UF) Pablo Marcelo Díaz, actualmente detenido, para participar de una manifestación contra un grupo de trabajadores tercerizados del ferrocarril Roca, entre los que había militantes del PO. Le dijo que sabía cómo se había organizado la patota y que Díaz había elegido a los que participarían de la contramarcha.
El intendente escuchó ese relato y llamó a su vez a su jefe político, Néstor Kirchner, a la quinta de Olivos. Le repitió las revelaciones del testigo, pero le pidió que le diera toda la protección posible.
Kirchner, operando desde la residencia presidencial, puso a trabajar en el asunto al secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y se comunicó con Alak para ponerlo al tanto de todo.
Por indicación de Zannini, el intendente kirchnerista acompañó personalmente a su testigo al Ministerio de Justicia y Seguridad, donde se entrevistó con Alak.
Después de escucharlo, Alak lo introdujo en el Programa de Protección de Testigos de su ministerio, que contempla una custodia especial personal o domiciliaria, alojamiento transitorio en lugares reservados, cambio de domicilio, ayuda económica por no más de seis meses, asistencia para la reinserción laboral y hasta el cambio de identidad, con el otorgamiento de documentos que acrediten el nuevo nombre.
Menos de 24 horas después de su conversación con el intendente, el testigo estaba sentado frente a la fiscal Caamaño y revelaba cómo se había planificado el ataque de Barracas y quién disparó sobre Ferreyra y los tres heridos, Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Pintos.
Kirchner estaba obsesionado en sus últimas horas con el esclarecimiento del caso y sabía todos los detalles porque los recibió de primera mano. Por eso, al día siguiente de conocer la versión del testigo secreto, el viernes 22, anunció durante un acto en Chivilcoy que iba a haber "importantes novedades" en la causa. Fueron sus últimas declaraciones periodísticas antes de morir, el miércoles de la semana siguiente.
Esa misma noche la jueza Wilma López firmó la orden de captura de Cristian Favale, el barrabrava de Defensa y Justicia señalado por el testigo protegido. Luego, una docena de testimonios recogidos por la fiscal Caamaño en los 14 cuerpos que ya tiene la causa judicial confirmarían buena parte del relato. También ese día iba a caer preso en un club de Adrogué Pablo Díaz, el delegado de la UF, con lo que el caso empezó a acercarse a Pedraza.
Seguridad en duda
Kirchner estaba muy enojado por esas horas y quería ver presos a los autores e instigadores del asesinato. Algunas fuentes del oficialismo dicen también que quería saber si había existido protección policial a los agresores. El relato del testigo, al parecer, daba cuenta de que el gremio de Pedraza había avisado a gente del poder que iba a "sacar de las vías" a los grupos de izquierda.
El sucesor de Kirchner en la banca de diputado nacional, el dirigente social Edgardo Depreti, reveló en público que antes de morir Kirchner "ya tenía y sabía todo acerca de cómo había sido" el crimen de Ferreyra. Y dijo que, además, "había instruido a la SIDE para que colaborara con la fiscal y con la jueza para aportarles datos".
El dirigente social añadió: "El responsable político es Pedraza: no tengo dudas, y los que están presos fueron los ejecutores. Había ahí una asociación con todos los armados que todavía perduran en ferrocarriles vinculados a la patota de Unión Ferroviaria y el manejo que se hace en cooperativas y en órganos de dirección de ferrocarriles. Se vio la complicidad concreta de un modelo sindical que utiliza barras para enfrentar a trabajadores".
QUIENES SON:
CRISTIAN FAVALE Barrabrava detenido
Era barrabrava de Defensa y Justicia. La jueza lo acusa de haber sido el autor material del asesinato de Mariano Ferreyra. Un testigo de identidad reservada le atribuye haber dicho: "Le agujereé la panza".
PABLO DIAZ Delegado ferroviario
Como jefe gremial en la línea Roca, comandó el grupo que evitó el corte de vías de los tercerizados. Se lo acusa de haber contratado a los barrabravas. Respondía a la cúpula del sindicato. Está preso.
JUAN CARLOS FERNANDEZ Líder gremial
Es el número dos de la Unión Ferroviaria. Según el testimonio clave de la causa, él le habría ordenado a Díaz irse del lugar tras el asesinato. Días antes había recomendado a Favale para trabajar en el Roca.
JOSE PEDRAZA Secretario gral. de los ferroviarios
Conduce el gremio desde hace más de 30 años. Negó todo vínculo con los violentos, pero cada vez más indicios apuntan a la cúpula del sindicato en el armado del operativo para disuadir a los manifestantes.
GABRIEL SANCHEZ ferroviario detenido Lo conocen como "El Payaso". Favale lo acusa de ser el que disparó contra Ferreyra, algo que él negó al ser detenido. Trabajaba en Constitución y fue barrabrava de Racing Club.
JORGE GONZALEZ Ferroviario detenido
Aparece en las imágenes de televisión con un cuello ortopédico, dando indicaciones a las patotas sindicales. Era un hombre cercano a Díaz. Cuando a este último lo detuvieron estaba con él en un acto.
SALVADOR PIPITO Ferroviario detenido
Estaba, durante la gresca en Barracas, muy cerca de los líderes del grupo de ferroviarios. Se presentó a declarar como testigo ante el juzgado y terminó apresado, acusado por la jueza de mentir en su declaración.
Una sentida autocrítica
Publicado el 3 de Noviembre de 2010
Por Pablo Llonto, Periodista y abogado.
Queríamos decirte simplemente que los anarquistas somos, a veces, muy de vez en cuando, un laberinto de contradicciones. Y que pensábamos votarte. Era nuestra mínima y secreta manera de pedirte perdón.
Lo que te puteamos, flaco. Las cosas que dijimos de vos cuando en la imbécil tentación del engreído revolucionario decíamos que vos eras el monigote de Duhalde. Las marchas que te hicimos. Queríamos decirles a los argentinos que estabas dilapidando nuestra plata dándosela en bandeja al FMI.
Cuántas palabras envueltas en desprecio y sorna. Instruidos en las sabias esgrimas marxistas, enumerábamos los siniestros enemigos de los que te rodeabas. Casi, casi, te ordenábamos que fueses puro. Como nosotros.
En los rudos textos, en las vehementes intervenciones radiales, despedazamos tus confusas relaciones con el poder. Claro que sí, qué otra cosa era un hombre saludando a Bush con una sonrisa. No prestabas atención a nuestra pedagógica manera de llevar adelante el protocolo.El propósito era que nos escuchases. Que leyeras nuestros volantes, nuestros afiches, nuestras banderas. Tenías que hacerte, de un día para otro, justiciero expropiador de todos los sinvergüenzas. Tenías que rendirte ante nuestras luchas.
Queríamos ser testigos de un milagro que honrara a nuestros santos leninistas: la conversión acelerada de un político burgués a tigre trotskista, como aquel que posa en nuestros posters. Queríamos verte echando a todo tu staff, tus ministros, tus amigos, tu familia, desprendiéndote de cuentas bancarias, bienes, alquileres. Si era posible, Flaco, tenías que tirar los mocasines y la birome Bic. Y desafiliarte del PJ.
Un día, nos enteramos que hablabas en la ESMA. Que entrabas allí con las viejas y con los hijos. Pedazo de oportunista, dijimos. Luego, procuramos escuchar bien aquello que decías. “Como presidente de Argentina, vengo a pedir perdón en nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades.”Carajo.
Exasperabas nuestra incredulidad eterna. De pronto, un presidente argentino, de la Casa Rosada, les pedía perdón a las Madres; a las mismas Madres que un tiempo atrás (diciembre 2001) habían sido gaseadas, mojadas, atropelladas por caballos por los infames de la Casa Rosada.
Ebrios de indiferencia, pensamos que debíamos aplaudir ese gesto, no más de 24 horas. No podíamos ser aventurados en el elogio. No tolerábamos que no cumplieras, una a una, todas nuestras utopías.
Ni cuando aprobaste la jubilación para los que no tenían aportes. Incluida nuestra vieja, y nuestra suegra.
Ni cuando le brindaste a Chávez, y a otros, el escenario adecuado para mandar a la misma mierda el asesino ALCA. Ni cuando le sacaste el fútbol de las manos al pulpo eterno. Ni cuando quisiste poner un poco de justicia con la 125 cumpliendo tu máxima peronista de llegar al fifty-fifty. Ni cuando desafiaste a Clarín y sus tentáculos. Ni cuando ideaste el final del monopolio de Papel Prensa.Ni cuando impulsaste el matrimonio igualitario. Ni cuando te enojaste con las claudicaciones de la ex intachable Corte. Ni cuando apagaste las privatizaciones de Aerolíneas, el saqueo de las AFJP, el choreo macrista del Correo.
Ni cuando te extenuaron los impostores, los Alberto Fernández, los Lavagna, los Solá, los Cobos, los Pedraza.
Ni cuando apoyabas una ley que resolviera un cacho de participación en las ganancias. Ni siquiera cuando tu última opinión sobre los burócratas sindicales contenía una frase premeditada: “Hay que dar con el último de los autores intelectuales del crimen de Ferreyra.” Ahora que estás en Santa Cruz, rodeado de los combativos mineros de Río Turbio que adorábamos en los ’90, ahora es como un poco tarde, flaco.
Queríamos decirte simplemente que los anarquistas somos, a veces, muy de vez en cuando, un laberinto de contradicciones. Y que pensábamos votarte. Era nuestra mínima y secreta manera de pedirte perdón.
12 de Octubre de 1492
El 16 de octubre del 2010, en el centro del Parque Patricios, nos reunimos los compañeros de Radio Abierta, Venas Abiertas, y el Espacio Asambleario, para realizar lo que podría denominarse un contrafestejo al hasta ayer llamado “Día de la Raza”.
Se dieron cita numerosos amigos y compañeros de otras Organizaciones, que pudieron presenciar la reflexión a la que varios compañeros nos invitaron.
Mientras se desarrollaba la jornada varias compañeras proponían a los mas chicos armar una whipala colectiva; compañeras y compañeros del proyecto de monumento a la Mujer Originaria, nos explicaban la propuesta de juntar bronce, al igual que se hizo con el monumento al Che, donado por el propio pueblo.
Así expusieron Esteban Alef leyendo un texto de José de Venas Abiertas; le siguió Sergio de la misma Organización; luego Gabriel Candia nos acercó su mirada, próxima al Pueblo Mapuche; continuó Valentín Chocobar expresando su visión sobre la fecha y los Pueblos Originarios; para cerrar los relatos con la presencia del querido Osvaldo Bayer, quién generosamente se acercó hasta nuestro barrio, para demostrar una vez más, su compromiso ético y militante.
Y para finalizar la jornada Valentín Chocobar, nos brindó un excelente recital, acompañado de caja y ronrroco, rescatando la profundidad de la música andina.
Continuando con la tradición que el Espacio Asambleario viene desarrollando desde hace siete años con la actividad “Nada para festejar”; esta año, como el año pasado, decidimos que organizarnos es la mejor opción para comenzar a luchar.
aquí les dejamos un videíto sobre la actividad
La privilegiada muerte de
un GENOCIDA IMPUNE
una foto que refleja la historia de dos vidas paralela que se cruzan y que en los últimos días fueron parte de los titulares de los diarios. Son, el genocida Emilio Eduardo Massera y el ex titular de la Policía Metropolitana, Jorge "Fino" Palacios. Uno murió y fue enterrado en secreto para evitar los escraches y el otro esta detenido en Marcos Paz donde se encuentran también alojados militares y civiles acusados en varias causas de Lesa Humanidad.
El ex dictador que integró el gobierno militar más sangriento de la historia argentina, murió el 8 de noviembre en el Hospital Naval. Emilio Eduardo Massera había sido condenado en 1985 a cadena perpetua, pero en 1990 se benefició de un indulto dictado por Carlos Menem. En 2002 sufrió un aneurisma cerebrovascular y el 17 de mayo de 2005 fue declarado incapaz por demencia y se suspendieron todas las causas en su contra.
Cambiaron los tiempos y esa derecha insaciable está sin partido militar. Los juzgaron, los condenaron, los indultaron, los desindultaron, volvieron a condenarlos y están presos. Les bajaron el cuadro de su fábrica de asesinos. Se quedaron sin armas. Sin grupos de tareas. Sin sótanos. Sin descargas eléctricas en la vagina de las embarazadas. Sin carne quemada. Se quedaron sin Massera.
No hay nada que celebrar. O sí: lo que parece ser una creciente conciencia social,
o activa, en torno de cuáles fueron las causas capaces de engendrar a monstruos de ese tamaño.